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  • Covid 19 en Colombia: una mirada a los datos #15

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01/03/2021

¿Habrá tercera ola? Sí. La fuerza de dicha ola dependerá de la capacidad de frenar la entrada de nuevas cepas al país, de la naturaleza propia del virus y de la capacidad de la sociedad de entender que el relajamiento en las medidas de bioseguridad tiene costos en vida humanas. La evidencia de las nuevas cepas sugiere que la inmunidad de rebaño se alcanzará, en un período razonable, primordialmente con vacunas. De ahí que el proceso de vacunación debe optimizarse. Además de impulsar la eficiencia en el proceso de vacunación oficial, no se entiende que se prohíba al sector privado a importar vacunas. Alcanzar la inmunidad de rebaño unos meses antes de los previsto es social y económicamente muy importante.

Hay dos hipótesis principales por las cuales el coronavirus viene en olas. Una es por el comportamiento humano, otro por la dinámica propia del virus. La pandemia de 1918 llegó en olas, y según algunos estudios las causas son una combinación de lo anterior: el comportamiento de la sociedad ante la enfermedad y la respuesta del virus ante los cambios de clima. Hay un tercer factor que impacta la evolución de una pandemia como la que nos ha tocado vivir: la inmunidad de rebaño. Esta es un factor clave para poder volver a una vida normal.

La idea básica de la inmunidad de rebaño, concepto nacido para la medicina en los años veinte del siglo pasado, es que sólo una porción de la población debe ser inmune para que el agente infeccioso deje de transmitirse de forma sostenida. Clave entender que la inmunidad se puede alcanzar mediante infección natural o por vacunación.

La Figura 1 muestra las dos olas en el caso colombiano utilizando el número de personas fallecidas a causa de coronavirus. Hay notorias diferencias en los descensos de ambos picos. La caída tras el segundo pico ha sido más acelerada, alcanzando mínimos en el número de fallecidos durante la pandemia.

La Figura 2 muestra que, utilizando casos diagnosticados y sintomáticos, la caída tras el segundo pico ha sido más decidida que lo que se observó después del primero. Destaca que el descenso de casos tras el primer pico fue muy tímido.

El otro punto que ha cambiado entre picos es la denominada tasa de positividad, la proporción de casos diagnosticados positivos por prueba realizada. En ese valle entre olas que vivimos entre septiembre y finales de noviembre del 2020, la tasa de positividad se sostuvo en valores que oscilaron entre 20% y 25%. En la actualidad estamos en valores inferiores al 10%. Es decir, si antes pedíamos acelerar el número de pruebas, pues el número de casos diagnosticados estaba subreportado (aún más de lo normal), en esta ocasión, dado que estamos realizando más o menos el mismo número de pruebas (ver Figura 2) hay razón para creer que la circulación del virus ha caído. Cabe anotar que en la Figura 2 ilustro únicamente pruebas PCR. La positividad actual con pruebas de antígeno también está por debajo del 10%.
 

Es natural entonces, cuestionarse qué ha cambiado entre el primer y el segundo pico que lleva a un resultado tan dispar. Pero antes de proceder a discutir esto, retomemos la discusión de la inmunidad de rebaño. Un punto clave es lo que se denomina la seroprevalencia y la duración de la inmunidad en aquellas personas que han sido infectadas. La idea básica de los estudios de seroprevalencia es buscar la presencia de anticuerpos del virus en la sangre de una muestra representativa de individuos con el fin de determinar con la mayor precisión posible cuántas personas han sido atacadas por el coronavirus. Esto es particularmente importante en esta pandemia por el alto número de casos asintomáticos.

La infección natural, recordemos, es uno de los caminos para alcanzar la tan deseada inmunidad de rebaño. Según el Instituto Nacional de Salud, en Leticia la medición de seroprevalencia llegó al 75%, aunque en su página Web encuentro un reporte preliminar que habla de una “proporción seropositiva ajustada” del 59%. No existe un consenso sobre el porcentaje de población que se necesita para alcanzar la inmunidad colectiva. Pero del 60% que se habló inicialmente, se ha pasado a niveles del 75% - 80%, incluso hasta 90%. Es decir, sin vacunas, en Leticia estaban bordeando la inmunidad de rebaño.

La Figura 3 muestra la evolución de casos semanales diagnosticados y fallecidos en Leticia. Es conocido la tragedia que sufrió la región el año pasado, cuando la primera ola los golpeó de forma inmisericorde. La segunda ola, cuyo origen data de inicios de diciembre, se aceleró en el 2021. Más allá de la natural preocupación, lo que ocurre en Leticia es desorientador porque entendíamos que allá la seroprevalencia era alta, hasta del 75%. Alguna inmunidad de rebaño debió existir.

Entendamos los números. Leticia, según el censo de 2018, tenía unos 42.000 habitantes. El número de casos diagnosticados positivos a 30 de noviembre de 2020 fue de 2.796 que unidos a los 1170 fallecidos da un total de 3966 casos oficiales de Covid-19. Algún tipo de subreporte hay porque, entiendo, ciertos casos fueron evacuados de Leticia en su momento por las carencias hospitalarias de la zona. Adicionalmente, ya lo sabemos, hay un importante subreporte por el número de asintomáticos. Pero en el caso de Leticia, apoyados en que el 95% de los casos asintomáticos oficiales son reportados en Bogotá, podemos asumir que (prácticamente) todos los casos son sintomáticos. Así que, atendiendo a la literatura, y a experimentos naturales como el crucero Diamond Princess, podemos suponer que hubo al menos otros 4.000 casos de Covid-19 asintomáticos en Leticia.
 

La muestra para los estudios de seroprevalencia fue la población mayor de 5 años. Es decir, la población representada en dicho estudio fue, aproximadamente, de unos 37.000 individuos. Para redondear cifras, supongamos en 2020 una población de 40.000 personas mayores de 5 años en Leticia. Es decir, los 8.000 casos, entre sintomáticos y asintomáticos, representaría una población infectada del 20%. Lejos del 59%, aún más del 75%. En aras de la discusión, podemos suponer que, por ser zona de frontera, hay un número importante de individuos que aún con síntomas no se reportan oficialmente por falta de pruebas o incluso por razones culturales. Es decir, podríamos, con un argumento ligero incrementar el número de casos sobre la población total bastante más allá del 20%.

Hay dos razones que podrían explicar el sustancial incremento de casos en Leticia en las últimas semanas: (i) el estudio de seroprevalencia dio resultados mayores a los reales, o (ii) la nueva cepa brasilera ha reinfectado a la población. Supongamos, a pesar de lo anotado anteriormente, que (i) no es la causa principal. Ahora, la tasa de reinfección en condiciones normales no es particularmente alta según algunos estudios recientes. Además, vale anotar que la inmunidad natural parece ser eficaz al menos durante ocho meses.

A partir de aquí la ciencia aún está por resolver las dudas. Se sabe que la cepa brasilera tiene el potencial de reinfectar a personas que ya habían padecido el virus y que a diciembre de 2020 había evidencia que el 75% de los habitantes de Manaos habían padecido el virus. La inmunidad de rebaño había llegado. Pero los hospitales llenos nuevamente sugieren que la nueva cepa es, efectivamente, lo suficientemente fuerte como para reinfectar de forma significativa.

Es en este punto donde las vacunas entran a jugar un papel determinante para obtener la inmunidad de rebaño, pues el caso de Manaos, y quizás de Leticia, sugiere que la natural no es suficiente. La capacidad de las vacunas contra las nuevas cepas va a ser un punto determinante para proyectar la vida futura. Sinovac, la vacuna que se mandó a Leticia y otras ciudades de la región para crear un cerco epidemiológico, es eficaz contra las variantes británicas y sudafricanas, pero aún no es concluyente su eficacia contra la variante brasileña, aunque hay confianza en que lo sea.            

Es difícil llegar a conclusiones definitivas, pero sí puedo plantear hipótesis con base en lo discutido en esta nota. La caída de la primera ola fue menor a lo que debiera esperarse de una caída “natural” por el ciclo de virus. Tal caída pareciera haberse debido las restricciones implementadas que se mantuvieron durante buena parte del segundo semestre del año pasado. Al momento que se relajaron, con la llegada de las navidades, el número de casos se disparó. Las nuevas restricciones implementadas, sin duda, contribuyeron a alcanzar el pico antes que después. Pero la fuerte caída, con restricciones menores (empíricamente la población no cumple como en la primera etapa de la pandemia) sugiere que este período coincide con el ciclo “natural” del virus en Colombia. La caída tan fuerte es tan bienvenida como inesperada.

El caso de Leticia nos debe recordar que no hemos acabado la lucha. Somos susceptibles de nuevas olas, y seguramente nos enfrentaremos a una tercera una vez pase el relajamiento que se viene con motivo de la Semana Santa. La fuerza de dicha ola dependerá de la naturaleza propia del virus, del éxito del cerco epidemiológico a la variante brasilera, y de la fuerza del gobierno para cerrar la entrada de nuevas variantes. En ese sentido, las pruebas PCR para viajar a Colombia, y antígeno al llegar, parecen una medida natural.

Finalmente, descontando a la población menor de 16 años, que no se puede vacunar por el momento, el gobierno anuncia vacunas para atender de aquí a diciembre cerca del 80% de la población susceptible de ser vacunada. Dichas cifras nos llevarían a alcanzar la inmunidad de rebaño, el 75% de los mayores de 16 años vacunados, en noviembre. Entendiendo la escasez mundial de vacunas, es loable el esfuerzo oficial. Pero hay que tener presente que tanto Europa como las demás potencias del norte están corriendo para alcanzar esa inmunidad de rebaño de aquí al verano. Simple economía. Si confiamos en la eficiencia de los países ricos, la oferta mundial de vacunas va a aumentar en unos pocos meses. Es imperativo que el gobierno habrá la puerta para que el sector privado acuda al mercado externo para negociar e importar vacunas. Llegar a la inmunidad de rebaño dos o tres meses antes de lo presupuestado es medible en puntos del PIB.

El análisis, de Jorge Tovar, lo pueden seguir también con actualizaciones diarias en su cuenta de Twitter @JorgeATovar

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