Este es el décimo de una serie de reportes periódicos que el CEDE publica con un análisis gráfico de la evolución del Covid-19 en Colombia a partir de los datos públicos de salud. El análisis, de Jorge Tovar, lo pueden seguir también con actualizaciones diarias en su cuenta de Twitter @JorgeATovar.
El descenso de la pandemia se frenó. La caída en el número de casos, lenta, se ha cortado apenas unas dos semanas después de iniciar la nueva normalidad. La Figura 1 muestra que considerando la fecha de inicio de síntomas (línea verde), el número de casos diarios ya está subiendo. Si se analiza el número de casos por fecha de diagnóstico (línea roja), el ascenso aún no es evidente, pero sí lo es el freno en la caída.
El aspecto positivo de la nueva normalidad es que el número de fallecimientos ha presentado un descenso más decidido que el número de casos. En efecto, comparando la tasa de mortalidad de septiembre con la de junio/julio, y también con la de mayo, tanto en hombres como mujeres, ésta ha disminuido para todos los grupos de edad, particularmente en los mayores de 60 años. En consecuencia, como se observa en la Figura 2, el exceso de mortalidad a la semana 40 de 2020 (28 de septiembre a 4 de octubre) ha descendido, aunque aún sigue siendo notable.
El caso comparativo de Bogotá y Medellín llama la atención. Al iniciar la pandemia, los antioqueños fueron el espejo a seguir en todo el país. Sus programas de seguimiento operaron eficazmente logrando un control efectivo en el número de casos. La situación actual es diferente. La Figura 3 muestra, por ejemplo, que el tiempo promedio entre el inicio de síntomas y el diagnóstico es menor en la capital que en Medellín. Además, la capital antioqueña no logró aprovechar el fin de la primera ola, pues nunca se observó un descenso claro en el número de casos. Actualmente, tanto en Bogotá como en Medellín, el número de casos diagnosticados parece picar, y el inicio de la segunda ola es inminente.
En resumen, la primera ola es historia, y ya se comienzan a escribir las primera líneas de la segunda. El descenso desde el pico, más pronunciado en unas regiones que en otras, no fue lo prolongado que se observó en otras latitudes. Contrasta esto con el buen manejo en el número de fallecimientos que ha caído significativamente llevando a un descenso en el exceso de mortalidad. Es un indicador alentador de cara a la nueva fase que está iniciando.
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