La pandemia que hoy enfrentamos forzó políticas de aislamiento y provocó una recesión económica. También, podría ser responsable de un aumento en la violencia doméstica. Menos ingresos por la crisis y más tiempo en casa pueden traducirse en más agresiones.
Estas posibilidades nos deberían inquietar, al menos a juzgar por los resultados del trabajo de las profesoras Adriana Camacho y Catherine Rodríguez, quienes demuestran que la caída de los ingresos aumentan la violencia doméstica. Estudiando los pagos del programa Familias en Acción, encuentran que en los meses cuando las mujeres de los hogares reciben los pagos, la violencia doméstica disminuye en un seis por ciento. Adicionalmente, cuando las familias no reciben una transferencia que esperaban, aumenta la escasez económica en el hogar y crece la violencia doméstica. En cambio, cuando los hogares reciben una transferencia inesperada, hay una reducción mínima en la violencia doméstica.
La respuesta de la violencia doméstica a los pagos del programa parece explicarse por los cambios en el presupuesto familiar, que exacerban o atenúan el estrés en el hogar. Otros posibles efectos del programa, como el empoderamiento de la mujer, el estado civil, la participación laboral o las redes sociales, no logran explicar los cambios en violencia doméstica. Volviendo a la coyuntura actual, estos resultados sugieren que políticas como la transferencia “Ingreso Solidario”, al reducir la caída de los ingresos de los hogares, pueden disminuir la violencia doméstica.
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Happily Ever after? Domestic Violence in Periods of Scarcity
Adriana Camacho y Catherine Rodríguez
Documento CEDE No.2020-21
La pandemia por el COVID-19 ha tenido consecuencias catastróficas sobre la economía mundial. Los países en vía de desarrollo sufren más, pues tienen más empleados que no están formalmente legalizados, trabajan en empresas pequeñas y difícilmente pueden trabajar desde casa.
Reconociendo estas diferencias entre países según nivel de desarrollo, Laura Alfaro, Oscar Becerra y Marcela Eslava calculan la pérdida potencial de empleo e ingresos durante períodos de crisis y de recuperación. El análisis tiene en cuenta distintos tamaños de empresas, su status de legalidad y las diferencias entre sectores que requieren más o menos contacto físico para funcionar. Para el caso de Colombia, encuentran que el 50% de los empleos del país están en riesgo en las primeras etapas de la crisis, comparado con el 33% para los Estados Unidos, país con menos trabajos informales y más trabajos aptos para teletrabajo. De otro lado, aunque cuando se profundiza la crisis aumenta el riesgo de desempleo, durante la recuperación los empleos informales repuntan más rápidamente.
Características del empleo: Colombia versus Estados Unidos
El estudio propone subsidiar empleos formales en países en vía de desarrollo, donde son escasos y difíciles de crear. De otro lado, considerando inconvenientes los confinamientos muy prolongados, sugiere apoyar a los más vulnerables con transferencias monetarias y fortalecer otras herramientas para combatir la expansión del virus, como el seguimiento y rastreo, los incrementos en la capacidad hospitalaria y las mejoras en la capacidad del transporte público.
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Economías emergentes y COVID-19: Cierres en un mundo de empresas informales y pequeñas
Laura Alfaro, Oscar Becerra y Marcela Eslava
Documento CEDE No.2020-19
Los veinte años transcurridos entre 2000 y 2019 fueron testigos de cambios importantes en la economía mundial y en la colombiana. El período comenzó en la crisis de "fin de siglo" y terminó unas semanas antes de propagarse por el mundo entero la pandemia del coronavirus con su profunda crisis sanitaria y económica. El coronavirus modificó las perspectivas futuras, enmarcando las dos décadas entre dos crisis y convirtiéndolas en un período único de la historia económica colombiana.
Carlos Caballero Argáez y Germán Darío Machado describen la evolución económica y social de Colombia en este período y extraen algunas lecciones sobre las limitaciones en el recaudo de impuestos en el país, la vulnerabilidad por la dependencia del precio del petróleo, y el manejo de la deuda pública, entre otras. Adicionalmente, hacen un balance de los principales desafíos que tendrá el país durante la tercera década del siglo XXI, partiendo de las previsiones del impacto de la crisis de 2020 sobre el crecimiento, el empleo y la pobreza. Entre estos desafíos, están recuperar la tasa de crecimiento económico, minimizar el desempleo y la informalidad, lidiar con el gran endeudamiento que dejará la crisis y continuar con los esfuerzos por disminuir la desigualdad y la pobreza. La superación de estos choques tomará un tiempo largo y los cambios económicos y sociales serán sustanciales. La Colombia del mañana será diferente a la de ayer.
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De la crisis de "fin de siglo" a la del "coronavirus": la economía colombiana en las primeras dos décadas del siglo XXI
Carlos Caballero Argáez y Germán Darío Machado
Documento CEDE No.2020-14
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