El colombiano Juan Camilo Cárdenas, magíster en economía ambiental, trabajó en Estados Unidos junto a la recién galardonada.
Elinor Ostrom —la primera mujer en recibir el Premio Nobel de Economía— vive en una casa enclavada en algún bosque de Indiana. Vive con su viejo, su amor, Vincent Ostrom. Las sillas, las mecedoras, las puertas, las mesas, casi todo en ese lugar pequeñito es de madera, y casi todo también fue fabricado por los esposos. En el sótano, allá en la oscuridad, una biblioteca gigante cubre las paredes. Y en los muros del único piso que tiene la casa cuelgan artesanías de todo el mundo, cuelga una tela con tejidos a mano que le regaló un colombiano: Juan Camilo Cárdenas, ingeniero industrial, magíster en economía ambiental y profesor universitario.
Tantas veces visitó aquella sala de muebles de madera. Tantas veces se bebió un café con el señor Vincent Ostrom hablando de las democracias de América Latina. Tantas veces discutió con su maestra, Elinor, sobre las libertades o el autoritarismo, que Cárdenas casi puede describir con exactitud cómo es la casa de esta mujer. Y también cómo la apasiona, de manera enfermiza, la investigación; cómo ama incondicionalmente a su esposo; cómo le ha entregado y le sigue entregando la vida entera a su trabajo, a ese que le mereció un Nobel el lunes pasado, por sus teorías sobre la administración de recursos naturales de manera sostenible y como bien común. Según el jurado, Ostrom logró “desafiar la creencia convencional de que la propiedad común debe ser regulada por las autoridades centrales o privatizadas”.
Cárdenas la acompañó un año en su oficina en Indiana, esa que ella llama El Taller. Allí donde Elinor y un grupo de investigadores de todo el mundo desarrollan “análisis económicos de la gobernanza”. El recorrido del profesor Cárdenas para llegar a ese lugar, al lado de la Nobel, comenzó muchos años atrás, cuando todavía estaba en Colombia, era estudiante de ingeniera industrial y decidió que su vocación no eran las grandes empresas, sino los temas rurales, agrarios, ambientales. Y a esas temáticas le dedicó su tesis de grado. “Estamos hablando de hace muchos años, por allá en el 87 o el 88 —cuenta Cárdenas—. Me gradué y me presenté a una beca en la Universidad de Massachusetts, para hacer una maestría en economía ambiental”.
Comenzando los 90 llegó a Estados Unidos con su esposa, Liliana Ramírez, y un hijito de un año. Los esposos repartían el tiempo entre estudiar y cuidar al niño. Ella enseñaba español y estudiaba literatura y él era el asistente de un profesor de estadística y hacía su maestría. Se graduaron y volvieron a Colombia, pero pasarían sólo unos años para que la misma ciudad y la misma universidad los volvieran recibir en EE.UU.
1999. Esta vez Cárdenas obtuvo una beca para un doctorado en economía ambiental y recursos naturales. Fue allí, gracias al profesor Sam Bowles, quien era su asesor de tesis, donde Cárdenas conoció a Elinor Ostrom. “Ella estaba invitada a dar una conferencia en la universidad y mi asesor me dijo ‘esta es la persona más importante en su tesis, usted la cita en todo su trabajo, voy a ponerle una cita para que almuerce con ella’”, cuenta el profesor, y dice emocionado que ella era, es, su ídolo, su mentora, su principal guía profesional.
El almuerzo fue en el Club de Profesores, una casona antigua del siglo XIX donde los más prestigiosos maestros y egresados de la Universidad de Massachusetts se reunían. Ella lucía tal y como se ve hoy, “como una abuelita”, dice Cárdenas. Con los mismos vestidos largos de estampados, o con camisas de cuello alto, o con chaquetas oscuras. El cabello blanco y bien peinado, y con gafas, siempre con sus gafas. “Le conté lo que yo estaba haciendo en Colombia. Mis investigaciones sobre los recursos de uso común, de economía ambiental. Al finalizar el almuerzo me dijo ‘nosotros tenemos cada año uno o dos cupos para hacer un posgrado en la Universidad de Indiana. Yo quiero que usted aplique, aunque no le puedo garantizar nada’”.
En junio de ese mismo año, 1999, Cárdenas ya estaba llegando a Indiana con su esposa y sus hijos para trabajar con Ostrom. “Le proponíamos temas y hacíamos investigaciones juntos, escribíamos, tenemos varias publicaciones. Ella era mi jefe y mi mentora”, cuenta Cárdenas mientras pasa las hojas de dos libros en los que hay publicaciones de él junto con la Nobel. Hasta ese momento, cuenta el profesor, Elinor Ostrom no sabía nada de Colombia.
Recuerdos de la niñez
Gran Depresión. 1933. En Los Ángeles nace Elinor Ostrom, la politóloga que 76 años después obtendría el Nobel de Economía. “Cuando le preguntan por su origen, ella misma cuenta que nació en los 30, en plena recesión. Dice que en su niñez cuidaba, junto a su madre, los jardines de la casa para cultivar la comida”. Seguramente esa historia la habrá escuchado el profesor Cárdenas una y otra vez en las conversaciones eternas que sostenía con su maestra.