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  • Aranceles y Empleo en Colombia

  • 11 de noviembre de 2025

    Juan S. Muñoz-Morales, Investigador en el CNRS y profesor asociado en IÉSEG School of Management.

    Doctorado: University of Illinois at Urbana Champaign.
    Pregrado y maestría: Universidad de los Andes.

    Página web del autor: https://www.juansmunoz.com/

     

    Sobre la iniciativa voces: https://economia.uniandes.edu.co/voces


    En un contexto económico global marcado por la incertidumbre, el comercio internacional ha vuelto al centro del debate. Las importaciones, las guerras comerciales y, en general, el papel del comercio exterior han cobrado nueva relevancia en medio de una economía volátil, influida por políticos que abogan por incrementar aranceles y cerrarse al comercio internacional. Este debate ha reavivado el interés por los efectos de la apertura comercial, un tema abordado desde múltiples perspectivas, muchas veces con afirmaciones infundadas y, quizás, erróneas. En este escenario, surge una pregunta clave para Colombia: ¿cuál es el impacto de reducir los aranceles sobre el empleo nacional?

    Una postura recurrente sostiene que los bajos aranceles necesariamente influyen en precarizar el trabajo, generar desempleo y afectar negativamente a la economía. Sin embargo, este tipo de afirmaciones tiende a ignorar la complejidad del funcionamiento económico. De hecho, en un trabajo conjunto con Román D. Zárate y Leonardo Bonilla, encontramos que la reducción de aranceles en Colombia, impulsada por la apertura comercial desde 2010, ha generado, en agregado, ganancias en bienestar y empleo, en contraste con lo que afirman muchas voces críticas del comercio exterior. No obstante, los efectos no han sido necesariamente iguales para todos y dependen del sector económico donde se trabaje.

    Historia corta sobre los aranceles y las importaciones nacionales

    Colombia fue un país relativamente cerrado al comercio internacional hasta la década de 1990, cuando el arancel promedio rondaba el 50%. Desde entonces, el país ha experimentado dos grandes olas de apertura comercial. La primera, iniciada en 1991, redujo el arancel promedio a cerca del 12%. En esa misma década, Colombia ingresó a la Comunidad Andina de Naciones y adoptó un arancel común para el bloque de países, esquema que se mantuvo hasta 2008, cuando dicho arancel fue desmontado.

    Años después, en 2010, el país inició una segunda ola de apertura, impulsada por una reducción adicional del arancel promedio, especialmente sobre insumos manufactureros (véase la Figura 1). Esta nueva etapa cobró fuerza en 2012, con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, que terminó de reducir los aranceles para los productos provenientes de ese país a casi cero.

    Figura 1. Aranceles Colombianos tras la Segunda Ola de Apertura Comercial

    ArancelesEmpleo-Img1.png

    Nota: Aranceles promedio cobrados por Colombia a Estados Unidos. Este arancel aplicó para todas las importaciones antes del 2010, sin importar el origen. Después del 2012 este arancel se aplicó sólo a importaciones provenientes de Estados Unidos. Fuente: Decreto 4589 del 2006, Decreto 4114 del 2010 y Decreto 730 del 2012.

    Estas dos olas de apertura comercial generaron un aumento notable en las importaciones, especialmente de materias primas, insumos y bienes de capital. En contraste, las importaciones de bienes de consumo, aquellos destinados directamente a los hogares, crecieron en menor medida (véase el panel A de la Figura 2). Esta fase de liberalización también impulsó una mayor entrada de productos provenientes de Estados Unidos y China, que en conjunto representan hoy cerca del 50% de las importaciones totales de Colombia (véase el panel B de la Figura 2).

    Figura 2. Importaciones colombianas (1980-2024)

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    Fuente: DANE y cálculos propios de los autores.

    ¿Qué efectos podrían tener estos menores aranceles?

    Una reducción de aranceles disminuye necesariamente el precio de los bienes importados. Este cambio tiene un efecto casi inmediato sobre el nivel de precios interno (e incluso sobre la inflación), permitiendo tanto a consumidores como a productores acceder a bienes extranjeros a precios más bajos.

    Por el lado de los consumidores, los beneficios son directos ya que los precios caen y la canasta de consumo se amplía gracias al acceso a nuevas variedades de productos. Por el lado de los productores (que también son empleadores), el efecto es más complejo y depende de dos fuerzas: (i) un choque de competencia, derivado de la entrada de productos importados más baratos, y (ii) un choque de insumos, asociado a la posibilidad de adquirir insumos extranjeros de menor costo. Por ejemplo, un fabricante de zapatos enfrenta mayor competencia por la entrada de calzado importado (choque de competencia), pero al mismo tiempo se beneficia al poder importar suelas y cordones más baratos (choque de insumos).

    Así pues, el efecto neto sobre los productores depende de cómo interactúan ambos choques. Si predomina el efecto negativo, algunas empresas pueden reducir producción o cerrar, destruyendo empleo. Si, en cambio, los beneficios de los insumos importados superan las pérdidas por competencia, las empresas pueden crecer, producir más y contratar trabajadores, o sustituir parte del trabajo por insumos más eficientes. Esta multiplicidad de mecanismos hace que medir el impacto de las importaciones sobre el empleo sea un ejercicio complejo y no trivial.

    ¿Qué pasó en Colombia tras la segunda apertura comercial (a partir del 2010)?

    Nuestro análisis incorpora estos mecanismos y concluye, como era de esperarse, que la competencia redujo el empleo, mientras que el acceso a insumos importados más baratos lo impulsó (véase la Figura 3). Sin embargo, encontramos matices importantes entre sectores económicos: la competencia redujo el empleo en los sectores agrícola y manufacturero, mientras que la caída en los precios de los insumos incrementó el empleo en los servicios.

     

    Figura 3. Empleo en Colombia (2007-2018)

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    Nota: La evolución del empleo se construye sumando la cantidad de personas ocupadas por cada sector, utilizando los factores de expansión, y normalizando a uno en el 2008. Fuente: Gran Encuesta Integrada de Hogares, Decreto 4114 del 2010, y Decreto 730 del 2012. Cálculos propios de los autores.

    En conjunto, la apertura comercial incrementó el empleo total en alrededor de 0,7%. Más importante aún, reubicó la fuerza laboral entre sectores, reduciendo el número de trabajadores en las manufacturas y aumentando el del sector servicios. En términos agregados, este incremento en el empleo y la reasignación sectorial pueden interpretarse como ganancias económicas derivadas de una política comercial más abierta.

    Ahora bien, para evaluar el balance de la apertura comercial, es necesario pensar en términos de bienestar y no únicamente de empleo. En este sentido, las ganancias en bienestar se reflejan en el salario real, el cual combina el salario nominal con el nivel de precios de los bienes de consumo. Nuestras estimaciones indican que la apertura comercial generó un aumento generalizado en el bienestar de los colombianos de alrededor del 0,23%, una cifra ligeramente menor a la estimada para la economía mexicana tras el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), donde se calculan ganancias cercanas al 1,3% (Caliendo y Parro, 2015).

    Sin embargo, esto no significa que todos los colombianos hayan ganado. Los efectos estimados varían según el sector en el que trabajen. Algunos trabajadores, especialmente en manufacturas, pueden haber perdido sus empleos o sus salarios se pudieron haber visto afectados, debiendo trasladarse al sector servicios. Estas transiciones son costosas y pueden implicar periodos de desempleo o la necesidad de emplearse en nuevas ocupaciones para las cuales se requiere adquirir nuevas habilidades.

    Por ello, el papel del Estado es fundamental al garantizar mecanismos que faciliten la transición laboral, ya sea a través de la seguridad social para mitigar el costo del desempleo o mediante programas de capacitación que impulsen la movilidad hacia sectores en crecimiento. La discusión sobre estas políticas, sin embargo, es materia de otro debate.

     

    Referencias :

    Bonilla, Leonardo, Juan Munoz-Morales, & Roman D. Zárate. 2025. «Complements or Substitutes? Labor Market Effects of Foreign Inputs in Developing Economies.» Mimeo.

    Caliendo, Lorenzo, & Fernando Parro. 2015. «Estimates of the Trade and Welfare Effects of NAFTA.» Review of Economic Studies 1-44.