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25 jul 2023 - 12:00 a. m.

¿Se vería afectada la productividad?

Pedimos a dos expertas en el tema que analizaran cómo una eventual reforma
laboral podría afectar la productividad de las empresas y del país.

Marcela Eslava

Marcela Eslava, decana de Economía de la Universidad de los Andes.

Marcela Eslava

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Uno de los pocos consensos que hay en la disciplina económica es que la baja generación de ingresos de los países en vías de desarrollo, con consecuencias tan graves
como millones de personas en condición de pobreza, tiene su base en una baja productividad.

La productividad laboral en Colombia es la quinta parte de la productividad laboral en el mundo desarrollado. Chad Syverson de la Escuela de Negocios de Chicago, lo explica diciendo que el francés o norteamericano promedio produce el lunes tanto valor para la economía, y tanto ingreso para su familia, como produce el colombiano promedio en toda una semana de trabajo.

A entender las raíces de la baja productividad se ha dedicado mucho esfuerzo en la literatura económica. Aparte de las importantes conclusiones que nos remiten a lo obvio (necesidad de innovación, inversión en nuevas ideas y en nuevas empresas), hay una menos evidente: entre una cuarta parte y la mitad de la brecha de productividad se podría solucionar sin innovar o mejorar las tecnologías de producción o la calidad de la gerencia.

Lo que se requeriría es que más personas y más recursos en la economía se dedicaran a las actividades que ya tienen alto nivel de productividad, innovación, tecnología. Pero, si ya existen capacidades que permitirían a muchos generar mayores ingresos y mayor valor para la economía, ¿por qué la gente no simplemente cambia de trabajo?
¿Por qué las empresas de alta productividad no simplemente contratan más
gente, con impacto positivo también para la empresa y sus dueños?

Parte de la respuesta está en el descalce entre las reglas a que debe acogerse una empresa para vincular a esos trabajadores y la productividad que pueden generar con trabajadores del perfil de quienes deberían reasignarse, es decir los trabajadores que hoy tienen muy bajo nivel de ingreso.

En Colombia, esas personas típicamente trabajan por su propia cuenta o en microempresas, ganan menos que el salario mínimo, y no gozan de las protecciones que la legislación laboral contempla.

Una reforma laboral que ajuste las reglas que esas personas enfrentan para acceder a un empleo formal es una prioridad fundamental.

Es útil recordarlo ahora que el Gobierno vuelve al tablero para plantear cambios en el mercado laboral luego de que se cayó su propuesta inicial.

Esa propuesta incrementaba las protecciones a los trabajadores formales, ampliando
aún más la brecha que mantiene a muchos otros por fuera de esos trabajos en empresas en que podrían generar mayor productividad.

Esto no solo habría traído mayor informalidad laboral, sino también mayores dificultades para lograr la transformación de la organización productiva que requeriríamos para cerrar la brecha de productividad.


Por: Marcela Eslava, decana de Economía
de la Universidad de los Andes.

La productividad laboral en Colombia es baja y la tendencia no ha cambiado mucho en los últimos 30 años, medida en el valor producido por hora por trabajador, según Our World in Data.

Desde 1990 ronda los $10 dólares por hora, con un muy pequeño incremento en los últimos 4 años. Esta situación no obedece en sí a las reformas laborales pasadas, sino a variables estructurales del mercado laboral, como la baja capacitación de los trabajadores, la exigua inversión en CTeI de las empresas, la baja automatización y la estructura del tejido empresarial en Colombia con alta participación de las MiPymes en
el empleo (80%) pero apenas el 40% en el PIB. 

¿Cambiaría una reforma laboral esta situación? El pobre desempeño histórico de la productividad no ha variado tampoco con pasadas reformas a la empleabilidad.

Entonces, ¿por qué una reforma laboral como la presentada a comienzos de año sí tendría efectos en la productividad, como algunos señalan? El foco está en los costos laborales y su posible impacto en la productividad, como si fuera una relación directa
e inmediata. 

La productividad se explica más allá de los costos. Está asociada a la gestión  organizacional, la CTeI, la formación para el trabajo y las mejoras en el entorno laboral.

El segmento de las grandes empresas tiene músculo para potenciar la productividad aún bajo un contexto de más garantías laborales. Pero, el segmento de las MiPymes y particularmente las microempresas, es el que quizá ve temor por los mayores costos que se derivarían de una reforma que vaya en el mismo sentido al proyecto de ley anterior y su restricción para hacer apuestas hacia la productividad.

Los mayores costos laborales afectan de manera indirecta en la medida en que se dilaten los cambios en la organización por asumir costos de corto plazo. Esta no es una situación nueva y es sintomática de problemas estructurales de las organizaciones y del mercado laboral.

La apuesta no es evitar las garantías laborales por sus costos. Es, por el contrario, que las garantías se complementen de otras políticas públicas que fomenten las capacidades para robustecer el tejido empresarial.

Por: Marta Juanita Villaveces Niño, decana Facultad de Ciencias Económicas. Universidad Nacional de Colombia.

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