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Pasado y presente del Banco de la República

En cien años el Banco de la República tuvo que adaptarse a los cambios en la economía.

Carlos CABALLERO ARGÁEZ
El 23 de julio de 1923, el Banco de la República inició sus operaciones en el país. Lo hizo en un momento en el cual la economía colombiana era impulsada por la expansión del cultivo y la exportación de café. Un año antes se había aprobado por el Congreso el Tratado Urrutia-Thompson, que normalizó la relación con los Estados Unidos después de la separación de Panamá y aseguró el ingreso la indemnización de 25 millones de dólares a Colombia.

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1923 debe recordarse como el año en el cual se definió la estructura institucional del país para el manejo de la economía. Al tiempo con el banco central de emisión se crearon la Superintendencia Bancaria y la Contraloría General de la República. Y se reforzó el Ministerio de Hacienda al nacer la oficina de Presupuesto y organizarse las de impuestos y crédito público.
En cien años el Banco de la República tuvo que adaptarse a los cambios en la economía nacional y enfrentar crisis y choques internacionales. El Banco constituyó la pieza central del sistema financiero y, como tal, se relacionó no solamente con los bancos nacionales sino, en una forma u otra, con todos los agentes de la producción y del consumo, con el exterior y, naturalmente, con el Ejecutivo y con el Congreso.
Al poco tiempo de creado el Banco enfrentó una dura prueba, la crisis mundial de 1929-1932, lo cual exigió introducir unos primeros cambios, poco ortodoxos para un banco central, como fue recibir en concesión la administración de las salinas en el país, a cambio de otorgar crédito al Gobierno para reactivar la producción a través del gasto público, principalmente en infraestructura de transportes.

La única actividad distinta al manejo monetario, cambiario y de crédito que sobrevive es la cultural.

Colombia salió rápido y bien librada de la crisis, en comparación con otros países de la región. Fue el inicio de la conducción pragmática de la economía, sin influencias partidistas o ideológicas. Por el contrario, bajo la dirección de un ministro de Hacienda, Esteban Jaramillo, y el gerente del Banco de la República, Julio Caro, conservadores ambos, al inicio de la que se llamaría República Liberal. Una característica que permearía el manejo del Banco a lo largo de los años y que, por fortuna, se mantiene hoy en día. Gracias a la Constitución de 1991, el Banco es una entidad independiente del Ejecutivo; su gerente general es nombrado por una junta directiva de siete miembros, de los cuales cinco son expertos de tiempo completo que van designándose escalonadamente por cada presidente de la República.
Después de varios cambios en su estructura y sus funciones, el Banco de la República opera en la actualidad como un verdadero banco central. La única actividad distinta al manejo monetario, cambiario y de crédito que sobrevive es la cultural, autorizada por la Constitución. Esta lo acerca a las gentes a través el Museo del Oro, de la Biblioteca Luis Ángel Arango, de las bibliotecas públicas en varias ciudades capitales, y de la Casa de Moneda y los museos de arte, el Botero y el Miguel Urrutia. Pero el Banco de hoy no extiende crédito ni a los cafeteros, ni crédito de fomento a las empresas privadas, como lo había hecho en el pasado. Y para otorgar préstamos al Gobierno requiere la unanimidad de los siete miembros de su junta directiva.
De ahí que el Banco pueda concentrarse en su función fundamental, que es la defensa del valor de la moneda, el control de la inflación. Además de proveer los billetes y las monedas en la totalidad del territorio nacional, lo mismo que administrar el sistema de pagos para que la producción y el consumo operen sin sobresaltos.
Del Banco de la República, entonces, depende el funcionamiento de la economía. Han sido cien años intensos, esencia de la compleja historia de Colombia desde 1923.
CARLOS CABALLERO ARGÁEZ
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