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Haciendo País

Colombia en Viena “jugó como nunca”

22 de marzo de 2023 - 07:06 p. m.

La semana pasada fue la sesión 66 de la Comisión de Estupefacientes (CND), el órgano rector de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) encargado de supervisar la aplicación de los tratados de fiscalización de drogas de las Naciones Unidas. En esta reunión que sucede cada año en Viena, los países acuerdan la política de drogas global en un sistema complejo de interacciones.

El evento se organiza en una plenaria donde los delegados de los países exponen sus posiciones; el comité en “pleno” donde se redactan y negocian las resoluciones y unos eventos en formato panel organizados por los gobiernos y organizaciones de la sociedad civil sobre diferentes dimensiones de la política de drogas. En paralelo ocurren muchas reuniones oficiales bilaterales entre gobiernos y sociedad civil, y múltiples reuniones informales. Por ejemplo, el gobierno colombiano se reunió con Bolivia, Alemania, Brasil, entre otros….

Pasan muchas cosas al mismo tiempo pero para mí fue destacable el discurso por primera vez en plenaria del Volker Turk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos que, entre otras, se refirió a la guerra fallida contra las drogas como una guerra contra las personas y a la nueva política de drogas liderada por el Presidente Petro (vale la pena oírlo); el discurso y evento organizado por Bolivia donde se pidió revisar la clasificación de la hoja de la coca, y la resolución sobre desarrollo alternativo promovida por Alemania, Perú y Tailandia donde se incluyó la necesidad de un enfoque diferencial que tenga en cuenta a las poblaciones indígenas y la inclusión de criterios ambientales en el diseño de estas intervenciones. También se lanzó el Reporte Global de Cocaína 2023, donde queda claro que esta guerra es como el juego del gato y el ratón, y a pesar de los esfuerzos globales por aumentar las incautaciones, el negocio y los consumidores potenciales siguen creciendo.

La delegación oficial colombiana estaba conformada por la (ex)vicecanciller Laura Gil; el viceministro de Justicia, Camilo Umaña; la directora de Política de Drogas, Gloria Miranda; el Gobernador de Nariño, John Rojas; dos líderes cocaleros; Maydany Salcedo, Presidenta de la Asociación ASIMTRACAMPIC de Piamonte, Cauca; y Juan Titirá líder del pueblo Motilón Bari del Catatumbo, entre otros. El Ministerio de Salud, brilló por su ausencia. También estaban los congresistas Maria del Mar Pizarro y Alejandro Ocampo, quienes pidieron la palabra en plenaria y el Embajador de Colombia en Viena, Miguel Camilo Ruiz, quien actuaba como el Presidente de la Comisión, manejando la agenda. Su discurso inicial, puso un tono crítico a la política de drogas global. La participación de la sociedad civil colombiana fue nutrida. Nos encontramos representantes de diferentes organizaciones como Dejusticia, Elementa, ATS, Alianza Coca para la Paz, Agroarte, Viso Mutop, Fundación Ideas para la Paz y el Centro de Estudios de Seguridad y Drogas (CESED) de la Universidad de los Andes, del que hago parte.

Para los colombianos y las organizaciones internacionales que siguen la política colombiana el evento era relevante, entre otras, porque el Gobierno Petro ha dado discursos importantes y reformistas sobre el tema en otros escenarios y por lo tanto se esperaba que fuera protagonista en el espacio donde se discute la política de drogas global. Inicialmente se esperaba, como en gobiernos anteriores, que fuera algún ministro, el de Justicia encargado de liderar la política de drogas del país o el Canciller, encargado de las relaciones internacionales. Esa presencia de alguna manera es un termómetro de la importancia del tema para el Gobierno. Sin embargo, en esta ocasión, no ocurrió. La delegación estuvo liderada por Laura Gil y Camilo Umaña. Gil fue la encargada de hacer el discurso en plenaria y fue contundente. Un discurso claro y sentido que planteó varios puntos. Empezó diciendo “Colombia está cansada” de la guerra contra las drogas y de poner los muertos. No es un secreto para nadie que, como país productor, hemos enfrentado de manera desproporcional los costos de esta guerra y que por lo tanto tenemos la autoridad moral de darle un giro a la política de drogas.

Para esto enunció básicamente 4 puntos: 1) apoyar a Bolivia en su pedido para que se revise la clasificación de la hoja de coca como sustancia prohibida y así reparar un error histórico con los pueblos Andino-Amazónicos para quienes la coca es parte de su cultura y tradición; 2) Dejar de criminalizar a los productores cocaleros en Colombia que son considerados el primer eslabón de la cadena del narcotráfico y enfocarse en otros eslabones más fuertes de la cadena; 3) Apoyar la regulación justa del cannabis; y 4) Apostarle a la Paz total. En este punto, debo decirlo, hay una “pequeña” contradicción, que el Gobierno, aunque lo sabe, pasa por alto en sus discursos. La apuesta de Paz Total en el contexto de la prohibición y con la cocaína ilegal, será limitada e insostenible. Incluso en el mejor de los escenarios, si los grupos actuales se acogen a la ley, otros entrarán a ocupar su lugar, pues las rentas del tráfico son demasiado altas. La diplomacia internacional está lista para apoyar la Paz Total, pero no quiere hablar de regular la cocaína, lo que significa en la práctica que los colombianos viviremos unos cuantos años más en este espiral de violencia.

En los eventos paralelos de la sociedad civil discutimos en detalle los límites y los retos de la Paz Total en el contexto de la prohibición. Otros eventos mostraron, por ejemplo, las posibilidades de los usos lícitos de la coca; el impacto ambiental del cultivo de la coca, del tráfico de cocaína y de las respuestas del Estado; los retos de la captura corporativa del mercado regulado de cannabis; y la política carcelaria y de derechos humanos. Los eventos organizados o en los que participaron los representantes de la sociedad civil colombiana realmente son destacados. Análisis rigurosos, multidisciplinarios y experiencias valiosas, siempre dispuestos al diálogo y a la construcción de la política pública.

Al inicio de la semana, y después del discurso de Gil, había esta sensación de que Colombia, jugaba como nunca, poniendo en la agenda internacional una posición frentera, basada en la evidencia disponible sobre la necesidad de replantear la política de drogas… y de repente un comunicado: ¡la vicecanciller Laura Gil es removida de su cargo! La escena era de no creer, 24 horas antes, Gil era la jefa de la delegación, la cara de Colombia en el escenario internacional y se reunía con todos los funcionarios internacionales. Ahora estaba de salida. La escena no puede sino reflejar la falta de coherencia interna y estrategia para diseñar, implementar y comunicar la nueva política de drogas. No es claro cómo sacan a Laura Gil, quien en diferentes espacios internacionales lideró un rol destacado, y se entiende menos, cómo, si la iban a sacar, la envían a liderar está misión, supuestamente prioritaria en la agenda del Gobierno y la sacan en la mitad. Ya lo había dicho antes, y ahora es más claro que nunca, la nueva política de drogas requiere de liderazgo, articulación interinstitucional y capacidad de interlocución ministerial de alto nivel que coordine la política interna con los escenarios internacionales de alto nivel. De lo contrario, estaremos condenados como en otros contextos a jugar como nunca y perder como siempre.

 

Hernando(58851)28 de marzo de 2023 - 10:11 p. m.
La vicecancillería tiene funciones muy amplias que mejor corresponden a la cancillería, razón por la cual aparecía aquella, frecuentemente, opacando la figura del canciller y la forma de querer arreglar el asunto fue muy desafortunada. Ojalá de estos errores crasos se aprenda la lección.
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