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Un sistema para no pensionar a los colombianos

Es evidente la necesidad de una reforma pensional para no continuar por el camino de los remiendos.

Los cambios en el sistema de pensiones se convirtieron en punto candente del debate electoral por la presidencia de la República. Tal vez por la salida en falso del candidato Petro cuando afirmó que los recursos en los fondos privados de pensiones eran públicos y los trasladaría a la tesorería de Colpensiones. Sin embargo, parecería existir un consenso sobre la necesidad de una reforma.
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En un país en el cual la mayor parte del empleo es informal, el sistema está armado para que las personas no se pensionen, El 80 por ciento de los mayores de 65 años no lo logran. El 20 por ciento, el de mayores ingresos en el país, se pensiona y recibe casi las dos terceras partes de la torta, con un subsidio estatal inmenso. Al 20 por ciento de la población de menores ingresos, la más pobre, le llega solamente el 0,5 por ciento. De esta manera, no solamente la cobertura es mínima sino que el sistema es tremendamente inequitativo. Favorece a las personas de ingresos altos, es más generoso que los de los países desarrollados y no considera a los viejos pobres, que, cada día que pasa, son una mayor porción de la población en el país.
Como el sistema no cumple su función primordial de pensionar, lo han convertido –seguramente con buenas intenciones– en una colcha de retazos muy enredada y difícil de entender. Todo porque la Constitución establece el piso de un salario mínimo para que las personas se pueden pensionar. Hay los auxilios mensuales estatales del programa Colombia Mayor para los pobres mayores de 65 años sin ingresos y los Beps (Beneficios Económicos Periódicos), un esquema para que quienes ganan menos de un salario mínimo contribuyan con lo que puedan a un fondo de retiro (no a una pensión). Se requiere ser un experto para manejar las normas de los Beps.
Es evidente, entonces, la necesidad de una reforma pensional de verdad para no continuar por el camino de los remiendos que enmaraña el sistema. Como lo planteaba Mauricio Cárdenas en su columna en este mismo espacio hace una semana, todos los candidatos hacen propuestas de cambios que “no resuelven ninguno de los problemas del sistema”. Pasar a Colpensiones recursos de los fondos privados de pensiones (los correspondientes a quienes cotizan dos o cuatro salarios mínimos dependiendo del candidato) “no corrige la falta de equidad, ni mueve un ápice la falta de cobertura. Se seguirán pensionando las mismas personas, con el agravante de que al estar en Colpensiones –que ofrece mejores pensiones– el costo fiscal será mayor”. Añadiría, además, que se trasladaría el problema al futuro, pues el Presupuesto Nacional asumiría el costo de esas pensiones en unos años.

Me gusta la propuesta de Fedesarrollo de diseñar una pensión básica universal no contributiva para los mayores de 65 años sin pensión.

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Una reforma que merezca su nombre debería no solo simplificar el sistema, sino partir de dos principios fundamentales: respetar el ahorro de quienes han puesto sus recursos en los fondos privados de pensiones y tener un complemento público para que todos los colombianos mayores de 65 años cuenten con un mínimo de ingresos para subsistir. Entre otras medidas, una políticamente incorrecta pero necesaria sería subir la edad de jubilación a 65 años para mujeres y hombres.
Por eso me gusta la propuesta de Fedesarrollo de diseñar una pensión básica universal no contributiva para los mayores de 65 años sin pensión, equivalente a tres líneas de pobreza extrema, con lo cual se eliminarían los programas Colombia Mayor y los Beps.
Obviamente, ese pago estaría cargo del Estado, lo cual requeriría elevar los impuestos. Sería un primer pilar, complementado por otro, contributivo, ofrecido por los fondos privados o por intermediarios financieros regulados. De esta forma se eliminaría parte del subsidio estatal a las pensiones y el sistema sería más equitativo.
CARLOS CABALLERO ARGÁEZ
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