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Analistas 02/09/2021

Mirada académica a la tecnocracia

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda

La Facultad de Economía de la Universidad de los Andes tiene en marcha un ambicioso proyecto de investigación acerca de la tecnocracia, sus características y su influencia sobre las políticas públicas. Es apropiado que así suceda porque la Universidad de los Andes, el Banco de la República y Fedesarrollo han tenido un notable protagonismo en el proceso de entrenamiento de los cuadros técnicos que conforman la tecnocracia económica del país. Recientemente, Andrés Álvarez y Jimena Hurtado hicieron una brillante exposición ante un grupo de economistas acerca de los avances de la investigación. Sus planteamientos y la animada discusión a la cual dieron lugar son el motivo de estas reflexiones sobre un fenómeno que hace parte del ordenamiento institucional colombiano.

La tecnocracia es consciente de sí misma, tiene espíritu de cuerpo y le asigna importancia a la experticia y a la formación académica especializada. Ha logrado mantener cierta coherencia, lo cual ha permitido tener un mínimo de continuidad en las directrices de la política económica. Ha demostrado una marcada tendencia hacia el pragmatismo y la aversión a las confrontaciones ideológicas, lo mismo que al surgimiento de escuelas de pensamiento excluyentes. Tiene una preferencia revelada por la estabilidad macroeconómica y por el gradualismo. Impulsa las reformas.

La tecnocracia mantiene una relación de tensión dinámica con el poder político, con el cual tiene que interactuar, por fuerza de los hechos. Esa relación es compleja y conlleva un ejercicio de aprendizaje mutuo. Ha tenido altibajos con distintos gobiernos, a lo largo de los años. En algunos casos la tecnocracia ha tenido que soportar la animadversión, y aun la hostilidad, por parte de los dirigentes políticos. Una fuente de controversia ha sido la acendrada defensa que hace la tecnocracia de la autonomía del banco central. Un presidente propuso cambiarle la cartilla al Banco de la República, iniciativa que no encontró acogida. Otro intentó, sin éxito, promover a su ministro de Hacienda a la gerencia del Banco. La fortaleza institucional del banco central y de sus cuadros técnicos permite parafrasear lo que el ministro de Napoleón, Joseph Fouché, decía sobre la policía. Los gobiernos pasan, pero la tecnocracia permanece.

A diferencia de lo que sucede en algunas naciones latinoamericanas, en Colombia existe una simbiosis entre la estabilidad política y la estabilidad económica. Es válida la crítica de que la estabilidad económica es una condición necesaria pero no suficiente para alcanzar un ritmo de crecimiento adecuado.

Gracias a sus aciertos, y no obstante sus deficiencias, la tecnocracia tiene credibilidad. Se ha ganado la simpatía y el respaldo de la opinión pública. Así lo demuestran la trayectoria gubernamental y las credenciales académicas de varios de los aspirantes a la presidencia de la República.

El proyecto de investigación de la Universidad de los Andes sobre la tecnocracia contribuirá a colocar en perspectiva la transformación que ha experimentado el país en los últimos cincuenta años. También permitirá apreciar los nuevos retos que deberá enfrentar la tecnocracia colombiana en el siglo XXI.

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